Parece ser que el problema del afeitado de los toros lo ha sido desde siempre o, al menos, desde hace ya demasiados años. El afeitado es esa técnica fraudulenta consistente en cortar los cuernos de los toros. Sólo es legal en el caso del rejoneo y, por cierto, con la obligatoriedad de anunciarlo en los carteles de las corridas en cuestión.
También se ha dicho siempre que cuando hay buenos toreros no hay buenos toros y viceversa. La eterna dualidad entre toristas y toreristas.
Y parece evidente que hoy, en 2014, hay toreros muy buenos...y muchos. Otra cosa sería si llevásemos a cabo una evaluación seria y lo más objetiva posible en la que se pudieran eliminar determinadas prácticas muy extendidas, como la selección de determinados tipos de toros o el mencionado afeitado, entre otras.
Por cierto, todo parece indicar que el afeitado se sigue produciendo y que misteriosamente, también se ha avanzado mucho en el dominio de la técnica para enmascararlo, no sólo en las astas del toro.
Y lo preocupante es la cohorte que parece imprescindible para que pueda producirse.
En la primera fotografía un toro de una ganadería que goza de buena reputación y que, por el momento, no será nombrada. Aunque no es seguro todo parece indicar que los cuernos son demasiado cortos y romos. En la segunda, un toro afeitado en una corrida de rejones, apretando al caballo. Evidentemente, de no haber estado cortados los cuernos el resultado del contacto hubiera sido fatal para el caballo y el caballista. Se podría decir, emulando la canción...
"Yo de cuernos no entiendo, grandeza,
pero ¿de veras son esos
los que te dio la Naturaleza?"
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